Eduardo Espina's letter for Jose Kozer's eightieth birthday

March 30, 2020

Dear José:

You cant imagine how students in poetry classes are doing; having entered an unknown universe with what they are reading. I’ve been asked to suggest poetry books to read “during the crisis”; as they have communicated to me, the unexpected passion that has been awoken with this subject. In different conditions of enthusiasm, it would be very difficult to keep them attentive for two hours during a collective conversation online; because now that is what we have: the distance of cybernetics, the anonymity of communication without a precise place of emanation. To be able to teach two classes of poetry in the middle of a pandemic with awakened attention is joyous pandemonium.

I would like to know where the teachers are, who for quite some time have ignored poetry, saying as a poor argument, that no one is interested. If it serves anything, this disease with a monarchist name, in addition to making the ventilator manufacturers rich, it is to stoke a new awareness with respect to the issues that really matter when the soul, the spirit, and the body ask for help with a zero impact at the moment. Not only that, but also the inaccuracy of appreciation — because of what is going on, chances are no one knows anything — turns out to be catastrophically inaccurate. The so-called philosophers of the time, Žižek, Agamben, Butler, Badiou, have all fallen, like any neighbors child without any education from the already known discourse, putting makeup on what they dont know with an easy alibi: doing prophecies about the present. The crystal ball is yours. The predictions of the horoscope have greater success than theirs. I can send you the links so that you can read them and you tell me.

The wave of bewilderment has hardly passed, as none of what has happened was forever; at the most, something will have to be done to emphasize the place of poetry, predominantly its place as first in the state of the soul (even when that of the soul is not believed), which is where things weigh without regret. And students, even those who have never read a poem, are the first to come to recognize it.

Politicians for their part are a horror everywhere; having shown how low their rhetoric has fallen, total garbage, unacceptable. If we take stock of what has been said since the appearance of the virus that until January was only Chinese, and now of us all, we will see that the political word, articulated by the worst demagoguery, has fallen into total disuse. It is up to us poets to find a replacement that RAE [Real Academia Española] does not later come to say that this new and less deceitful word is a “neologism.”

I hope that both demagogic political discourse, like pretentious academic language, are the principal fatal victims of this plague that it is making them its own. Science and humanities, as they have always been, continue to save what is best of the human condition. In that, I have not stopped believing yet.

Today is your birthday (you have spent eighty years going around the world of language), Therefore, comply: continue being among those whom we love.

A hug,

Eduardo

(translated by Diane Rolnick)

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Querido José,

No podéis imaginarte cómo están los estudiantes de las clases de poesía por lo que están leyendo, por haber entrado en un universo que desconocían. Me han pedido que les sugiera libros de poesía  para leer “durante la crisis”; me comunicaron la inesperada pasión que les despierta el tema. En diferentes condiciones de entusiasmo seria muy difícil mantenerlos con atención por dos horas a través de una conversación colectiva online, pues ahora es lo que tenemos: la distancia cibernética, el anonimato de la comunicación sin lugar preciso de emisión. Poder enseñar dos clases de poesía en medio de una pandemia, y con la atención despierta, es un gozoso pandemonio.

Me gustaría saber donde están los profesores que desde hace ya bastante vienen ninguneando a la poesía, diciendo como pobre argumento que ya no le interesa a nadie. Si para algo sirve esta enfermedad con nombre monárquico, además deshacer ricos a los fabricantes de pulmotores, es a vivar una nueva concientización respecto a los asuntos ayuden con bandera blanca en mano.

Todo el fárrago de teorías con contenido de inutilidad que maneja como cliché la academia, tiene incidencia cero en estos momentos. No solo eso, también la inexactitud de apreciación — porque de lo que está pasando, lo más seguro es que nadie sabe nada — resulta catastróficamente inexacta. Los llamados filósofos de la época, Žižek, Agamben, Butler, Badiou, han caído, como cualquier hijo de vecino sin educación alguna, en la monserga ya conocida, maquillando lo que no saben con una coartada fácil: haciendo profecías sobre el presente. La bola de cristal no es lo suyo. Los vaticinios del horóscopo tienen mayor acierto que los de ellos. Puedo mandarte los links para que los leas y me digas.

Apenas la ola de desconcierto pase, porque nunca de lo que ha ocurrido fue para siempre, habrá que hacer algo como mucho para enfatizar el lugar de la poesía, principalmente su sitio en primera en el estado del alma (incluso cuando eso del alma no se crea), que es donde las cosas pesan sin pasar. Y los estudiantes, incluso aquellos que nunca habían leído un poema, son los primeros en venir a reconocerlo.

Los políticos por su parte, son un horror en todas partes, habiendo mostrado lo bajo ha caído su retórica basurea total; impresentable. Si hiciéramos un balance de lo dicho desde la aparición del virus que hasta enero era solo chino y ahora de todos, veremos que la palabra política, articulada con la peor demagogia, ha caído en total desuso. A los poetas nos toca encontrar un reemplazo y que RAE no venga luego a decir. Que la nueva y menos mentirosa palabra es un “neologismo.”

Espero que tanto el demagógico discurso político, como el pretencioso lenguaje académico, sean las principales victimas mortales de esta plaga que esta haciendo de las suyas. La ciencia y las humanidades, como ha sido siempre, siguen salvando a lo mejor de la condición humana. En eso, no he dejado aun de creer.

Hoy es tu cumpleaños (has pasado ochenta años dando la vuelta al mundo del lenguaje), por lo tanto, cumple: sigue estando entre quienes te queremos.

Un abrazo,

Eduardo